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Sé donde estuvieron el verano pasado

Tecnología RFID y la Operación Logística: Se suele mal utilizar el adjetivo “Inteligente” para cualquier tecnología que posea, a lo menos, un componente automático que su predecesora no tenía. Antibióticos inteligentes, casas inteligentes, mapas inteligentes, ropa inteligente, etc. Manteniendo la tradición, cada vez es más común oír o leer sobre las famosas etiquetas inteligentes, pero, ¿Qué son realmente?
Si usted cuenta con la Multivía del metro de Santiago; le ha sonado la alarma a la salida de una tienda; ingresa por la puerta de su oficina acercando una tarjeta a una caja en la pared o piensa transitar sin detenerse por las nuevas autopistas que tendrá la capital, la tecnología RFID o Identificación por Radiofrecuencia ya forma parte de su vida.

Un sistema de RFID posee 2 elementos principales:

La etiqueta o “tag” (literalmente etiqueta en inglés) corresponde a un chip electrónico y memoria donde se almacena la información. Más una antena – La antena lectora-escritora -componente que transmite y/o recibe la señal de radio frecuencia hacia el tag para darle energía, activándolo y desde el tag, que al ser activado transmite la información en él contenida o permite su escritura.
Adicionalmente, los sistemas de RFID pueden subdividirse en 2 categorías: pasivos o activos. Los primeros son cuando la energía para el funcionamiento del tag lo provee la misma antena lectora. Son los más económicos, de menor tamaño y, naturalmente, de mayor duración. Los activos son cuando el tag cuenta además con una batería que les entrega la capacidad de transmitir la información en forma autónoma, logrando mayor alcance que las pasivas – De sólo lectura: En que la información grabada en el tag no puede ser modificada. Se utilizan principalmente en reemplazo a los códigos de barra y bandas magnéticas en tarjetas de identificación y control de acceso. De lectura y escritura: Permiten modificar la información en ellas grabadas. Utilizadas, por ejemplo, en monederos electrónicos y en dispositivos de seguridad, con códigos cambiantes en el tiempo, como es el caso de algunas llaves de automóviles.
Desde las “simpáticas” piezas plásticas en la ropa de las multitiendas, que dejan un hoyo cuando la cajera las saca, hasta sofisticadas etiquetas industriales que soportan temperaturas extremas, ácidos y humedad, pasando por las nuevas fibras incrustadas dentro de la goma en algunas marcas de neumáticos. Los materiales de recubrimiento y formas de los tags existen en una variedad inmensa, dependiendo de la aplicación requerida.
Inicialmente utilizada por Inglaterra para diferenciar sus aviones de los enemigos, la tecnología de RFID fue utilizada por primera vez en aplicaciones civiles en tarjetas de seguridad de acceso a plantas nucleares y posteriormente en seguimiento e identificación de ganado como una alternativa al marcado tradicional. Recién en los años 90, el bajo costo de los dispositivos permitió masificar su uso como mecanismo de identificación y acceso principalmente.
Las principales ventajas de esta tecnología frente a sus ancestros (el código de barras y las bandas magnéticas) son:

  • La posibilidad de leer y/o escribir información almacenada sin contacto físico ni visual.
  • Lectura de múltiples tags en forma simultánea (mecanismos anticolisión).
  • El poder ser leídos y/o escritos aún a través de paredes o bajo el agua.
  • Su duración en el tiempo y posibilidad de reutilización.

Tecnología RFID y la Operación Logística

Tecnología RFID y la Operación Logística
¿Cuántos hay? ¿Dónde están o han estado? ¿Quiénes o qué son? ¿Qué es qué? Son preguntas recurrentes del diario vivir. Ya sea tratándose de personas, vehículos, productos de consumo, etc., siempre hay alguien o algo que requiere esas respuestas de manera rápida, confiable y económica, y como la tecnología de RFID es netamente un mecanismo de recolección de datos a distancia, sus aplicaciones prácticas se multiplican: Centros de distribución inventariados en segundos, cajas de supermercado que calculan el total de la compra sin sacar los productos del carro, máquinas de fabricación que “saben” exactamente que pieza utilizar, paquetes de correo “informando” donde se encuentran, censos de animales en forma automática, bibliotecas con libros que “avisen” si están disponibles, y por supuesto, simplificar enormemente la famosa trazabilidad de las mercaderías, entre otras. Incluso, existen tags que incorporan sensores de temperatura, humedad o luz como parte de la información que entregan.
En este punto del artículo, realmente ya estoy encontrando bastante inteligentes a las famosas etiquetas, pero no me puedo dejar convencer tan rápido, pues como en casi todas las tecnologías emergentes, la Torre de Babel deja su huella. Los diferentes fabricantes inicialmente manejaron componentes y diseños propios, naturalmente no compatibles entre si, habiéndose logrado, en la actualidad homogeneizarlos un poco, definiendo algunas normas ISO, pero aún así, todavía existen demasiados estándares de sistemas RFID. Incluso, dentro de dichos estándares se han generado algunos para el marcado del ganado, otros para aplicaciones industriales, etc.
El no contar con un lenguaje común es todavía una limitante seria para que la RFID pueda, realmente, tener una aplicación práctica en toda la Cadena Logística. Es como si hoy los diferentes proveedores de un supermercado utilizaran estructuras de códigos de barra diferentes para marcar sus productos. A cada uno individualmente le servirían para controlar sus procesos internos de producción, almacenaje, recepción y despacho, pero una vez fuera de sus bodegas dejarían de tener utilidad práctica, y un estresado encargado de bodega del supermercado tendría que volver a marcar todo con su propia codificación antes de utilizar sus sistemas.
Es por ello que las principales aplicaciones que se le ha dado a esta tecnología en la Logística corresponden a entornos cerrados como plantas de producción, centros de distribución o productores que entregan directo al consumidor final. Existen iniciativas importantes como las del Grupo Metro AG (5ta empresa de ventas minoristas del mundo) quien instalará RFID en 250 tiendas y pretende estandarizar a lo menos a sus 100 principales proveedores. Pero aún queda bastante camino por recorrer.
Para terminar, les comento que tal como existen grupos detractores del uso de códigos de barra (por considerarlo la marca de la bestia o un signo diabólico) ya se han creado una serie de organizaciones que se oponen terminantemente al uso de la RFID, pero por motivos menos apocalípticos y más orwellianos. Lo consideran la peor invasión a la privacidad inventada hasta ahora. En algunos casos, quizás tienen razón, pues empresas como VeriChip están desarrollando tags subcutáneos para personas y así reemplazar “en forma completamente segura” las tarjetas de crédito. “Acerque su brazo ¿Una o tres cuotas?”.

Iniciativas como

“noSpyChips” o “stopRFID” patrocinadas principalmente por asociaciones como CASPIAN (Consumers Against Supermarket Privacy Invasion and Numbering) advierten, con frases como: “El Gran Hermano viaja en su carro de compras”, que tags escondidos en productos como neumáticos, vestuario y lápices labiales de determinados fabricantes, permitirían conocer los diferentes lugares por donde pasa un potencial cliente, llegando un paso más allá en el análisis de los hábitos de consumo. Pues se incluirían sus hábitos de desplazamiento además de permitir a los promotores saber a quien acercarse.
Si bien estos grupos reconocen el valor de la tecnología en la cadena logística, recomiendan que los tags sean destruidos en el último punto antes de llegar al consumidor final. A tal grado llega el rechazo a esta tecnología que entregan técnicas para desactivar los tags “ocultos”. Por ejemplo, el colocar durante unos segundos las prendas de ropa en el microondas. No me cabe la menor duda que con el tiempo, la tecnología se hará cada vez más económica, se estandarizará y nos habituaremos a ella, pero de seguro no será de inmediato, aún cuando hay quienes le están escribiendo obituarios al fiel Código de Barras desde hace varios años. Mientras tanto, puede dormir tranquilo, y utilizar su microondas sólo para comidas, pues, salvo algunas excepciones como tener que mostrarle sus bolsas al guardia después de hacer sonar la alarma a la salida de la tienda, la tecnología RFID, aplicada a la Cadena Logística, no le afectará, en el corto plazo, su diario vivir.
Para mayor información de nuestros productos y servicios escríbenos [email protected] o o contáctanos a través de nuestro formulario.
Autor: Rodrigo Serrano
Vicepresidente de Innovación y Desarrollo Wisetrack Corp
[email protected]

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